top of page
Ancla 1

Deisy Johana Valencia Cañas

Para este testimonio me quiero presentar como Dei (Así me llaman mis amigos del TKD), tengo 26 años, nací en Bello y desde la edad de 3 años nos radicamos en Medellín en la comuna 3. Y es allí donde mi historia comienza.

Crecí en una época bastante difícil en todos los aspectos familiares y sociales. En ese entonces, la violencia que se vivía nos hacía más vulnerables a mis hermanos y a mí, ya que somos hijos de madre soltera y mientras ella trabajaba en horarios extensos para poder sacarnos adelante, nosotros estábamos al cuidado de mi hermana mayor, que tendría en esa época unos 14 años.


Quiero aprovechar este texto para expresarles a ellas (mami y hermana), mi más sincero agradecimiento. Son las mujeres a quienes más admiro, respeto y amo profundamente por su tenacidad y entrega.

​

A partir de ese momento y pasados los años, la sociedad me empieza a mostrar un sin número de caminos buenos y malos; y que al final, por falta de ese acompañamiento de mis padres, empecé a formar mi personalidad y a tomar decisiones por mi cuenta. En realidad era una niña que se creía mujer y con todo el potencial para ser un fracaso.

​

Mi historia con el Taekwondo tiene dos etapas. La primera inicia en las EPD (Escuelas Populares del Deporte) del INDER alcaldía de Medellín, que promueve los procesos formativos en diferentes disciplinas deportivas (entre ellas Taekwondo), a niños (as) y jóvenes de bajos recursos. Allí conocí a Johanna Rivera, la que sería mi primera profesora a quien admiro y le agradezco profundamente por haberse topado en mi camino. (Aunque a decir verdad, esa disciplina solo me llamo la atención porque quería “cascar” a mi hermano). En fin… Con ella fue un proceso relativamente corto. Luego conocí a Carlos Mario Salazar, él entro a reemplazar a Johanna en las EPD y fue desde ahí que recuerdo empecé a formarme realmente como Taekwondoga, pues al mismo tiempo conocí a quien sería mi primer maestro Juan Esteban Rivera (Hermano de Johanna Rivera), y con quien entrenaba en mi club de origen que se llama ORIENTES. Bueno, pues con estos dos personajes, tuve un cambio radical en mi vida, ahora las calles las había cambiado por dojos, las malas palabras cambiaron por un juramento; y los malos hábitos cambiaron por una disciplina.

​

Tuve una época donde era de las mejores, tanto, que el INDER saco un programa nuevo que se denominaba D.D (Desarrollo Deportivo). Un programa que apadrinaba a los dos mejores atletas (femenino y masculino) de todas las disciplinas deportivas de las EPD. Y pues que creen, ¡yo hacía parte de ello! Así que tenía la fortuna de entrenar con la Selección Antioquia y competir en su representación (para ese entonces tenía 15 años). También tuve la fortuna de salir a otras ciudades a campamentos formativos y un campamento en especial a la HABANA, CUBA del cual guardo los mejores recuerdos y enseñanzas de esa época.

​

Un par de años después, fui el orgullo de mi familia, pues fui la primera de toda mi familia en graduarme del colegio e iniciar mis estudios universitarios. Entre a estudiar a mi actual universidad el Tecnológico de Antioquia, pero la vida se encarga de mostrarnos que todo no puede ser perfecto y me toco abandonar mis estudios y empezar a trabajar, es decir, las prioridades habían cambiado y el Taekwondo ya no era uno de ellos.

​

La segunda etapa se da cuando pude retomar mis estudios, hubo más cambios, conocí el amor y este me encamino de nuevo a mis raíces, entonces entre a mi club actual y favorito “Club de Taekwondo Tecnológico de Antioquia” y me reencontré con mi maestro Juan Carlos Muñoz (Kio), a quien ya conocía, pero no había tenido la fortuna de aprovechar al 100% todas sus cualidades como maestro y ser humano. Con él empecé un nuevo proceso de mi taekwondo, fueron años de entrenamiento adquiriendo todos sus conocimientos por este arte marcial que nos apasiona, confió en mí y me incluyo en su equipo competitivo para representar a la selección de Taekwondo de Chocó en juegos nacionales de 2015. Pero más allá de eso, me enseño que cuando uno lucha por lo que quiere, lo obtiene. Que ese espíritu guerrero que alguna vez tuve, seguía ahí y había que despertarlo, no solo para hacer Taekwondo, si no para las adversidades, luchas, sacrificios, decepciones, y todo lo que la vida nos tiene preparado cada día.

​

Quizás hoy no tenga títulos grandes a nivel deportivo, quizás hoy no sea una estrella en el Taekwondo. Pero lo que sí puedo contarles es que ser Taekwondoga cambio mi estilo de vida a todo nivel. He trabajado fuertemente y con convicción en todos los aspectos de mi vida para brindarle mejor calidad de vida a mi familia, para superar mis dificultades, para demostrar que cada día podemos ser mejor, si así lo queremos.

​

Porque de algo si pueden estar seguros… El taekwondo me ha marcado de todas las formas humanamente posibles, por medio de este he conocido el amor, el dolor en un nivel abismal, la frustración; pero también me ha hecho sentir la felicidad a flor de piel y lo más importante, me ha preparado para la vida, me ha enseñado a ser yo misma.

​

Espero no haber dejado pasar ni un solo detalle, pues todos los días no te dan la oportunidad de contar la historia que te cambio la vida.

​

Infinitas gracias a todos los que hacen posible este encuentro con nosotros mismos.

bottom of page