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Ancla 1

Juan Carlos Muñoz

Mi historia ocurre en los años 70, esta no está llena de violencia en el barrio, pero si al interior de un hogar donde una abuela abandonada por su esposo y dejada a la suerte con 10 hijos donde el mayor solo tenía 15 años y la menor 2 años, marca el inicio de una series de necesidades que sumadas a la falta de educación desencadenan violencia, pobreza, desunión y conflictos al interior de un hogar. Este preámbulo es necesario para contextualizar mi historia, mi madre es la tercera de este hogar, a los 9 años sufre una fiebre muy alta (meringitis) la cual desencadena en un derrame cerebral que le paraliza todo el lado derecho de su cuerpo y la deja con ataques epilépticos; todos estos niños tienen que trabajar, muchos solo alcanzaron la primaria ninguno termino el bachillerato, mi madre por su enfermedad y sus dificultades no recibe la educación básica (analfabeta) e inicia a trabajar en casa de vecinos lavando ropa y realizando oficios barios, actividad que desencadena en otra desventura para esta familia al ser abusada; Mi nombre es Juan Carlos Muñoz hijo de María Aurora Muñoz Sierra, sin padre, sin un segundo apellido sin un futuro prometedor, pero criado con el instinto de madre, que con su ejemplo de lucha y tenacidad busca por todos los medios de sacar adelante mi supervivencia y educación.

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Por su discapacidad física e intelectual mi madre es descartada para el trabajo doméstico, razón que la obliga a mendigar no solo por mi educación, sino también por el sustento de esta numerosa familia; la falta de educación, oportunidades y apoyo, son el detonante de una serie de resultados (violencia intrafamiliar) que son de seguro, producto de la impotencia para solucionar los conflictos.

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Inicie la práctica del TKD a los 8 años, una vecina (Doña Luz Marina) me pagaba las clases (3.500 $) a cambio de hacer los mandados; las películas fueron mi primera motivación (bruce lee), pero la principal era defender a mi madre de la violencia al interior de la familia y de la calle a la cual estaba expuesta día a día. El taekwondo se convirtió en canalizador de mis frustraciones y con el tiempo había aprendido a defenderme, mi familia y mi barrio lo sabían, pero no tuve la necesidad de demostrarlo ya que sin darme cuenta la disciplina y auto control que debía tener en cada practica acrecentaron mi paciencia y fuerza interior para entender que el combate estaba dentro de mí, que mi historia y la de mi familia iniciaban de nuevo si Yo me convencía de cambiarla.

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El taekwondo transformo mi vida, gracias a mi dedicación y perseverancia desarrolle el talento del combate deportivo (selección Colombia 1992-2000) convirtiéndome en el tiempo en un guerrero de vida; esta disciplina se convirtió en una herramienta con la que comparto, fortalezco y educo a mis amigos y alumnos a potencializar al luchador que tenemos todos los seres humanos, proyectando los talentos hacia la búsqueda de nuevas metas y objetivos con el fin de transformar vidas y construir una mejor sociedad partiendo desde el auto conocimiento (fortalezas y debilidades) y el auto cuidado desde la familia.

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